jueves, 16 de abril de 2009

En la consulta

- No sé para que hemos venido, yo me encuentro perfectamente.
- Vamos, entra, llevas una temporada un poco rara, mejor será que te miren. –dijo Boni mientras empujaba a Raquel hacia la sala de espera.
- Bah que chorrada, no sé por qué dices eso.
- Sabes que desde que murió Harry, no quieres salir de casa, apenas te relacionas -Boni miró a Raquel de reojo, sabía que recordarle a su peludo y muerto perro la haría claudicar.
- Echo de menos a Harry, eso es todo. Además, me relaciono contigo.
- Harry era un buen perro, pero era un perro al fin y al cabo. Tienes que relacionarte con gente, con hombres sobre todo, un poquito de mambo y se te curan todas las penas.
- No me gustan nada los médicos –Raquel intentó cambiar de tema, hablar de hombres la ponía un poco nerviosa.
- A nadie le gustan, anda, sentémonos ahí que hay dos sitios.
- ¿Por qué no decoran estos sitios de una forma más alegre? –Raquel miraba las asépticas paredes de la sala de la que colgaban posters informando de diversas campañas preventivas que te hacían recordar la cantidad de enfermedades que se pueden pillar en la sala de espera de un ambulatorio.
- Bueno es que si te animas antes de entrar igual te curas y se quedarían sin trabajo -Boni rio, y Raquel sonrió.
- Ay Bonifacia, ¿Qué haría yo sin ti? –estiró la mano para alcanzar la de Boni.
- ¡No me llames Bonifacia! –levantó la voz y apartó la mano bruscamente –odio ese nombre.
- Pues a mí me gusta, cuando era pequeña había unos dibujos que me encantaban en los que salía una niña monísima que se llamaba Bonifacia, era muy lista, siempre resolvía los misterios.
- Si ya recuerdo esos dibujos, una niña moníiiiisima –dijo Boni irónicamente.
- Creo que deberíamos callarnos, la gente nos mira –la gente de la sala que las miraba con mala cara.
- Si, es verdad, mira aquel que cara, parece que esté estreñido –Boni miró al hombrecillo gris, con cara pálida y ojerosa, que no paraba de mirarlas y menear la cabeza de un lado a otro– Ábrete un poquito el escote a ver si le suben un poco los colores que el pobre parece un difunto.
- Sshhh, calla.
- Y aquella señora, parece que se haya tragado el palo de la escoba –Boni intentó imitar la postura tiesa de la señora que se sentaba justo enfrente de ella.
- Boni, por favor, cállate, no me hagas pasar vergüenza –Mascullo Raquel.
- Vale, vale, ya me callo. Voy a coger una revista –se levantó y en ese momento llegó una chica y ocupó su asiento.
- Perdone –dijo Raquel dirigiendo hacia la chica que se acababa de sentar a su lado –aquí está mi amiga.
- Pues a mí me parece que el asiento está libre –La voz de la chica era casi tan repelente como su cara.
- Tranquila Raquel, que la gente está un pelín irritada hoy. Esta debe venir mal follada de casa .
- ¿Señorita Raquel García? –Una enfermera asomó la cabeza desde la consulta de la Doctora.
- Si aquí –Se apresuró a responder Raquel, a la vez que recogía su bolso y su chaqueta.
- Buenas tardes, hacía tiempo que no venías por aquí –La doctora la recibió de pie y extendiéndole la mano.
- Si, hacía un tiempo.
- Cierra la puerta y toma asiento, por favor.
- Si un momento que vengo con una amiga –Raquel se asomó a la puerta y llamó a Boni que se había quedado rezagada. –Vamos Boni que hay mucha gente esperando.
- Ya voy, ya voy. Hola! –Boni saludó a la doctora que no levantó la cabeza del historial de Raquel.
- Bueno doctora, yo realmente me encuentro bien, pero Boni ha insistido en que viniera. Harry, mi perro murió y he estado un poco triste, no tengo muchas ganas de salir de casa, nada grave.
- Ya veo –la doctora miró a Raquel con cara de preocupación -me alegro de que te animaras a venir. Te sentirías muy sola cuando murió Harry, supongo.
- Si, fue muy duro. –Una lágrima escapó de sus ojos pese a sus esfuerzos por contenerla.
- Todos necesitamos amigos y cuando los perdemos nuestro mundo se tambalea, ¿verdad? –La doctora recorrió cariñosamente la cara de Raquel secándole la lágrima furtiva.
- Cierto.
- Toma estas pastillas que te relajaran un poco y pide hora para el psiquiatra lo antes posible, yo le pasaré tu historial.
- Bueno, creo que con las pastillas es suficiente. No pienso volver al psiquiatra. Boni me ayudará a superar esto.
- Raquel, Boni no puede ayudarte.
- Si, doctora ella me ha estado apoyando y me ha animado mucho. Díselo tú Boni.
- Raquel, en esta habitación sólo estamos tú y yo.

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