jueves, 24 de septiembre de 2009

Feminismo

Caía la tarde, el sol se perdía en el horizonte, apenas podía distinguirse dónde acababa el cielo dónde empezaba el mar. El viento alborotaba su melena rubia y le ceñía el vestido de lino blanco al cuerpo. Las olas acariciaban sus pies descalzos. Respiraba hondo intentando absorber el aroma a mar. Se tumbó en la arena, extendió los brazos y las piernas y cerró los ojos. Se sentía pletórica por todo lo acontecido durante el día. Sonrió, sin lugar a dudas aquel había sido el segundo mejor día de su vida.
Lilith había conocido casualmente aquella organización hacía apenas una semana, cuando, borracha pero aun con sed, había entrado en aquel pub subterráneo iluminado con velas al más puro estilo aquelarre en el que una treintena de enardecidas féminas se concentraban alrededor de un pequeño escenario en el que una mujer, que pintaba canas, gesticulaba, se movía y hablaba enérgicamente. Fuera por el alcohol o por no desentonar, decidió unirse al grupo y corear lo que parecía ser el lema “mujeres unidas,¡¡ los hombres a las minas!! ”. Poco a poco el discurso de aquella mujer empezó a hipnotizarla como la flauta a las cobras, empezó a corear el lema de motu propio convirtiéndose en una de las principales agitadoras de la plebe. Salió de allí borracha no sólo de alcohol sino también de ideales feministas que la hacían sentirse increíblemente poderosa y al mismo tiempo rabiosa con los malditos hombres que amenazados por la superioridad de las mujeres las habían sometido durante siglos utilizando la fuerza bruta y creando un sistema patriarcal que las obligaba a ser siempre posesión de un hombre, primero del padre y después del marido, que se encargaban de recordarles lo inútiles que eran y lo mucho que dependían de ellos.
Malditos cabrones, había que tomar medidas, era hora de actuar, las palabras en pubs subterráneos y otros garitos de mala muerto difícilmente iban a conseguir liberar a la mujer de su yugo y ponerla en el lugar que le correspondía. Sumergida estaba en esas y otras cavilaciones mientras secaba los vasos calentitos recién salidos del lavavajillas del bar en el que trabajaba de 10 a 10 de lunes a domingo, cuando entró al bar un hombre gordo y sudoroso que se sentó en la mesa más cercana a la puerta y desde allí le gritó “eh, guapa, tráeme una cerveza fresquita”. “Gilipollas”, pensó, y de mala gana le llevó una cerveza pero de las que estaban fuera de la nevera que le pareció una buena manera de revelarse. “Gracias chochito, con ese par de tetas no me extraña que se haya calentado la cerveza”. No pudo evitar sentirse orgullosa de sus tetas de 5000€. Cuando se giró notó como los ojos del asqueroso magreaban su culo, casi pudo notar la presión. Seguro que el asqueroso tenía mujer e hijas a las que tenía en casa lavándole los calzoncillos. Había que exterminar a ese género de puercos, zoquetes que relegan y humillan sistemáticamente a la mujer. Imagino cómo se atragantaba con uno de los cacahuetes rancios que servían con la cerveza, cómo tropezaba y se clavaba el vaso de la cerveza en la yugular, cómo discutía con otro cliente que sacaba una navaja y se la clavaba en el corazón. De pronto se dio cuenta, esa sería su contribución, había que exterminarlos, esa sería su misión, todos los ejércitos tenían un cerebro y un brazo ejecutor, ella sería eso, el brazo ejecutor.
Cuando el asqueroso salió del bar, ella se puso un delantal y fingió salir a fumar un cigarrillo. Tenía el camión aparcado en un descampado a escasos 100metros. Se acercó hasta él y por la espalda le asestó 5 puñaladas con el cuchillo jamonero que había cogido de la cocina. Cada puñalada la llevó al éxtasis, cada puñalada era un orgasmo, cada puñalada la acercaba más a su objetivo, la aniquilación de los cerdos represores. Contempló la cara de sorpresa del asqueroso cuando se giró tras la segunda puñalada y la vio empuñando el cuchillo que entraba y salía de su cuerpo con tal facilidad que parecía que estuviera hecho de mantequilla.
Cuando el asqueroso, por fin, cayó al suelo, pudo contemplar su obra, sonrió, se sentía orgullosa, pensó que necesitaba una marca, un símbolo para reivindicar la acción, quería lanzar un mensaje a la sociedad para que recapacitaran. A su alrededor había unos arbustos de los cuales surgían unas preciosas flores violetas, ese le pareció un buen símbolo. Arrancó una y se la introdujo en una de las heridas. Debía averiguar qué tipo de flor era aquella ya que debía dejar la misma marca en todos los cerdos que fuera capaz de eliminar, que sin duda serían muchos. Volvió a entrar al bar, se dirigió a la cocina limpió el cuchillo y dejó el delantal en la cesta de la ropa sucia del bar, al dueño le gustaba comprar pollos y conejos vivos y matarlos él mismo, no sospecharía de ver un delantal manchado de sangre ya que cada día se cargaba a algún pobre bicho.
La sonrisa no la abandonó en ningún momento. El resto de la jornada lo dedicó a pensar en sus siguientes víctimas, directores de empresa, esposos infieles, proxenetas, violadores… había mucho trabajo por hacer.
Realmente aquel día había sido genial por fin sentía que hacía algo para mejorar el mundo, un mundo en el que ahora, por fin, encajaba. Sin lugar a dudas aquel había sido el segundo mejor día de su vida, el primero…aquel en que un cirujano tailandés la convirtió en mujer.

8 comentarios:

  1. Ostras! Menuda historia, Sonia! Me alegro de verte por aquí de nuevo, después de tanto tiempo!
    Pues me ha gustado mucho, el final además te pilla completamente de sorpresa y le da un giro final muy bueno.

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  2. ¡Ya tocaba una historia, copón!

    Claro que... apuñalas a un gordo y yo gasto unos 95 Kg.

    Encima, la imagen final de un cuchillo que... ¡zas!, jopé que dolor.

    Vamos, que me encanta. (Sangre, amputaciones, bichos sacrificados) Muy bien; se veía venir que con esos arrebatos de testosterona tenía que ser un tío, pero lo justo.

    Joan Villora

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  3. Buena historia, aunque tanta cuchillada y sangre me marean un poco pero seguro que tu protagonista le tenía ganas. El final me ha sorprendido. Me alegro de que vuelvas por aquí. Se te dan bien los "cadáveres", veo.
    Besos

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  4. Gracias a todos por vuestros comentarios!!

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  5. ¡Hola Sonia!

    Qué gusto ver que vuelves a publicar después de tanto tiempo, se te echaba de menos por la bloggosfera, nena ;=))

    Tu historia me ha tenido encogidita todo el rato, a mí que últimamente me ha dado por la magia ;=)

    Pero a pesar del regustillo siniestro y sádico que se te queda, me ha gustado, me ha recordado a Dexter, un tipo muy peculiar de una serie que estuvieron poniendo en "Cuatro", el verano pasado. Era un psicópata que ajusticiaba psicópatas, ¡tremendo!

    Me ha gustado mucho el giro final... ¡era un hombre!

    Un beso, Sonia.

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  6. Si, la verdad que últimamente estoy un poco violenta, me ha dado por los crímenes, espero que mi inspiración me vaya guiando por caminos menos escabrosos, aunque es divertido.

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  7. Grata sorpresa esta de encontrarme acá, guiado por los secuaces que comentan, pero tanta sangre es que Dexter queda corto, la cacería esta desatada y ya no hay esquina donde me cruce con un buen culo y lo piense dos veces antes de mirar… y el verano que se acerca con esas soleritas ajustadas… en fin de algo hay que morir.

    El final es de los que me gustan a mi inesperados, muy buena feminista agradecida del hombre que la hizo mujer y obtiene placer gracias a ellos “matándolos por supuesto”…luego se queja.
    La forma de escribir es un tobogán, mi jefe llamo y ni levante el teléfono… es que estaba justo detrás del grupo de mujeres escuchando sus gritos… muy bueno…

    Un saludo

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  8. quizas me lo tenias que haber comentado eres genial pero puedes mejorar y mucho te quiere ya sabes quien

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